Bajo la advocación del espíritu de nuestro malogrado, querido y llorado Pepe Alaejos, el fundador y sempiterno Director de la Revista Las Fuentes de la Edad, a quien el maligno y despiadado coronavirus nos arrebató de la vida, tras someterle a una lucha agónica por la supervivencia de cinco hospitalarios meses; sus fieles compañeros y herederos espirituales, a quienes cabe el honor de su relevo en la dirección de la gloriosa Revista, me ha confiado una honorable encomienda, la de ser embajador y representante en la Revista de mi condición profesional, la Psiquiatría, para bajarla de su pedestal de misterio, de prejuicios gratuitos, de hermetismo, de disimulado secretismo y de temor casi fantasmagórico, para ubicarla donde siempre debió situarse, a ras de tierra y a pie de calle; y ya, aquí abajo, rescatarla de su consuetudinario oscurantismo, así como de su malhadado cartel de ciencia oculta, y conferirle la legítima transparencia que le pertenece para entregarla a los dominios del saber común popular.

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   Mi propósito arranca de una base muy sencilla de entender: Independientemente de la concepción filosófica que se adopte como perspectiva en torno a la cuestión de las relaciones entre el cuerpo y el alma, está claro y meridianamente comprobado que el ser humano puede enfermar tanto de la parte psíquica como de la corporal.

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   Pues bien; la psiquiatría (del griego psiqué, alma, e iatréia, curación) es la especialidad médica o rama de la medicina que se ocupa de las enfermedades de la mente, sean de origen genético, psicológico o neurológico, con el objetivo de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas con trastornos mentales y asegurar la autonomía y la adaptación del individuo a las condiciones de su existencia.

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   Y nuestro objetivo con esta sección en la Revista Digital Las Fuentes de la Edad es atender las necesidades de información y formación de los lectores en dos formas distintas pero complementarias: Mediante un trabajo de divulgación teórica y una consultoría práctica que atendería las inquietudes de conocimiento y necesidades prácticas del público lector. Quedo pues a la disposición del lector para abordar cualquier tema teórico que se me proponga o demande y que implique un interés general, para su divulgación, como para cualquier consulta de orden personal, nominal o anónima.